Nuestro objetivo es acompañarlos en el descenso de peso, mediante la reeducación en relación con la alimentación, procurando cambios de hábitos, brindando información, herramientas y técnicas para arribar a un peso saludable y mantenerlo en el tiempo.

NO DORMIR LO SUFICIENTE ENGORDA



Hace ya varias décadas que los científicos comenzaron a relacionar el dormir mal con el aumento de peso. Pero esta investigación se centra por primera vez en los mecanismos específicos que explican por qué nos cuesta más optar por alimentos sanos tras una noche en vela. Cuando no descansamos lo suficiente tenemos, entre otras cosas, más tendencia a preferir alimentos ricos en hidratos de carbono y grasas.

Los autores del estudio, investigadores de la Universidad de California en Berkeley, analizaron en tiempo real imágenes de los cerebros de los participantes en diferentes momentos: tras haber pasado una mala noche y tras haber descansado bien. Y ante platos saludables, como ensaladas, y no tanto, como tortas o platos ricos en azucares e hidratos.

La conclusión es que, cuando tenemos sueño, los llamados “centros de recompensa” del cerebro parecen responder con mayor intensidad a las comidas que engordan. Por otro lado, también tomamos decisiones más impulsivas –y menos racionales– cuando estamos adormilados.

Cuando más somnolientos estaban los participantes, mayor su propensión hacia alimentos muy calóricos. De hecho, las comidas por las que optaron tras dormir mal incrementaron en 600 calorías su régimen normal (lo que solían comer estando descansados). Los escáneres en el cerebro mostraron que la mañana siguiente a la noche sin dormir, estos platos calóricos produjeron una actividad intensa en la amígdala, la parte del cerebro que ayuda a regular emociones básicas y nuestros deseos por, entre otras cosas, la comida. Un efecto que estuvo acompañado de respuestas reducidas en áreas del cerebro que regulan las decisiones, dando más protagonismo a las estructuras primitivas del cerebro.

Con anterioridad, los estudiosos del asunto habían teorizado sobre la posibilidad de que en un estado de somnolencia comamos más simplemente para compensar por las calorías extra quemadas por la noche. Pero el nuevo estudio, publicado en agosto en el diario Nature Communications parece mostrar que los cambios en la actividad cerebral son evidentes incluso cuando los sujetos reciben comida extra y no sienten más hambre de lo habitual.

No sólo es que un cerebro adormilado responda de forma más intensa a la comida basura; también tiene menos habilidad para no caer en la trampa del impulso, señala Matthew P. Walker, profesor de psicología y neurociencia en Berkeley y uno de los autores del estudio.

Esta investigación sigue la estela de otras que ya habían puesto sobre la mesa los vínculos entre el aumento de peso y la falta de descanso, necesario para una buena calidad de vida.

Otro estudio mostró que la pérdida de unas pocas horas de sueño durante varias noches seguidas supuso entre los participantes un incremento de cerca de un kilo de su peso corporal.

El sueño cumple una misión restauradora. En el periodo de descanso, las neuronas se restauran, y se restablecen los mecanismos agotados. El sueño es un factor importante de mantenimiento de funciones cerebrales. Dormir y soñar es necesario para el correcto mantenimiento de las funciones cerebrales.

Todos estos estudios corroboran que la falta de descano engorda , además de ponernos ansiosos llevandonos a comer mal y de más, estar irritables, intervenir en nuestra toma de decisiones.
Es decir en nuestro día a día y en nuestro modo de vivir nuestra vida.

El buen dormir es lo que nos brinda una mente limpia, un estado de ánimo estable y nos permite lograr un equilibrio en nuestro día.

¿Cúantas horas vas a decidir dormir hoy?


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